LA ISLA DE GORGONA

Con un nombre terrible y un pasado no menos macabro, la isla de Gorgona es uno de los destinos más peculiares que podemos visitar en nuestro viaje a Colombia. Si queremos conocer otra de sus facetas, más allá de las clásicas playas o las ciudades más multitudinarias, ésta es una excelente opción.
Tenemos muchas posibilidades para viajar a la isla de Gorgona desde la propia Colombia. Se encuentra a 35 kilómetros de la costa pacífica del país, y no es difícil llegar en alguno de los trayectos en barco o lancha que ponen a nuestra disposición las agencias de viaje locales. Lo más cómodo es buscar un hotel en Trivago en ciudades como Buenaventura o Guapí y desde allí preparar nuestra travesía.
La isla de Gorgona presenta un paisaje montañoso muy característico, que tiene su máximo exponente en los cerros de La Trinidad, Los Micos, La Esperanza y El Mirador. Curiosamente, tanto si nos gusta el mar embravecido como si buscamos paisajes más calmos, aquí tendremos ejemplos de ambos: la cara oriental de la isla de Gorgona es una muestra más de esas playas blancas, profusas en arrecifes de coral, que tanto podemos ver en el Pacífico, mientras que la occidental tiene abundantes acantilados, escarpados y agrestes, donde es habitual comprobar la furia que muestran las aguas en esta zona concreta. En el lado noroeste fue donde desembarcaron los primeros descubridores de la isla, al mando de Francisco Pizarro; en su honor, aquí encontramos la llamada Playa Pizarro.
El clima de la isla de Gorgona es habitualmente cálido, aunque los meses de septiembre y octubre son bastante lluviosos. En cuanto a su vegetación, es fundamentalmente tropical y muy rica en flora y plantas selváticas, con hasta cuarenta especies identificadas. El árbol emblemático es el pino colombiano. La importancia de la fauna tampoco se queda atrás: las ballenas, el perezoso, el capuchino o el curioso roedor autóctono llamado agutí son algunos de sus principales inquilinos. La relevancia de isla de Gorgona como enclave natural ha sido reconocida a nivel internacional (posee la categoría de Patrimonio de la Humanidad), y desde 1985 posee un parque nacional, con numerosas zonas abiertas al turismo. En él no sólo podremos conocer la selva gracias a las numerosas rutas guiadas; también nos mostrará retazos de la historia de los pueblos indígenas de la zona, marineros y pescadores de los que hoy quedan pocos vestigios.
La terrible penitenciaría
Pero Gorgona, aunque hoy en día es un paraíso natural, no siempre tuvo esta cara tan amable. Desde 1959 y hasta 1985 albergó la mayor penitenciaría de toda Colombia. Un lugar que no en vano recibió la denominación de “la Alcatraz colombiana”, donde se recluía a los criminales más peligrosos del país. Las condiciones de su confinamiento, sin embargo, tampoco eran especialmente halagüeñas. Se sabe que la violencia estaba a la orden del día, no sólo entre los presos sino practicada por sus guardianes. Los cubículos destinados a cada recluso apenas contaban con una tabla que hacía las veces de cama, y los baños poseían un muro bajo que a duras penas preservaba la intimidad, en aras de vigilar para evitar las violaciones y los ataques que tenían lugar en ellos. Por si todo esto fuera poco, serpientes y enfermedades terminaban con la vida de muchos de ellos.
Desde su cierre en 1985, la prisión se conserva como un museo, símbolo de un pasado brutal que no obstante forma parte muy real de la historia reciente.
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